sábado, 21 de septiembre de 2013

Olé

Olé! Con acento en la “o” o con acento en la “e” y alargando las vocales tanto como nos lo pida el alma. Es una palabra clave del español y tal vez la más característica.

Todos  lo decimos cuando estamos contentos y todos nos hemos preguntado alguna vez ¿cuál es el origen de esta palabra?

Existen muchas hipótesis sobre el origen de la palabra “¡olé!”: hay quienes afirman que viene del griego, del verbo “ololizin” (ὀλολύζειν), que es una palabra onomatopéyica y designa el grito ritual de júbilo de duelo.

Hay quienes también dicen que “¡Olé!” viene del episodio de la Biblia en el que Jacob es engañado el día de su boda con Raquel, al quitar el velo a la novia, descubre que en realidad se trata de Lea, no de Raquel. El público durante la ceremonia, intenta avisarle “¡Oh, Lea!”. Y de ahí derivó a olé.

Pero la hipótesis más extendida y la que más cuerpo tiene es aquella que dice que “¡olé!” viene del árabe, de la expresión “allah” (Oh, Dios). Todos sabemos la enorme influencia que ha tenido el árabe en el español, y es que siete siglos de invasión árabe dieron para mucho, sobre todo para dejar un buen legado cultural, artístico y lingüístico. Se dice que más de 4.000 palabras del español provienen del árabe. Y “olé” es una de ellas.

La RAE, por otra parte, recoge que “¡olé!” proviene de la exclamación árabe Wa-(a)llah (¡Por Dios!), una exclamación de entusiasmo ante una belleza o alegría sorprendente o excesiva. En el idioma árabe, no existe la vocal “e” y, en ocasiones, la vocal “a” suena parecido a la “e”.

Sea como sea, poco a poco, la palabra fue perdiendo conexión con el Dios de los musulmanes; pero sigue manteniendo ese concepto de sorpresa y maravilla ante algo bello y asombroso, que nos deja boquiabiertos y nos incita a aplaudir. Bien sea una fabulosa actuación musical, un gol de nuestro equipo de fútbol, o, simplemente, expresar alegría ante una buena noticia.


Olé
Olé


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